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La casa se encuentra implantada en el corazón de Palermo Viejo, en un típico lote porteño de 8,66. La pieza se posiciona sobre el terreno en un único volumen central, generando dos grandes vacios caracterizados por su uso. Uno de ellos es un patio de ingreso desde la calle, afectado por una parrilla y horno de barro, y un patio posterior en relación a una chimenea exterior y un jardín de carácter contemplativo.
La relación en planta baja con dichos patios se acentúa a partir de la utilización de losas sin vigas y carpinterías de piso a techo. Las mismas permiten abrirse en su totalidad, logrando una relación continua con el exterior.
La planta baja se libera a un gran espacio con estar, una cocina y un comedor. Un volumen con toilette y lavadero, llevado a su mínima expresión, constituyen el único volumen ciego para no perder la transparencia de la planta baja. Dicho volumen define el acceso principal y público de la casa. Un sistema de escaleras superpuesto ordena la circulación en vertical, hacia la planta alta con tres dormitorios, y hacia un subsuelo donde se ubica la cava. Sobre planta alta y debido a su orientación, el proyecto busca controlar los soles este y oeste a partir de un sistema motorizado de cortinas exteriores.
El proyecto logra una atmosfera cálida a través de una paleta reducida pero expresiva, compuesta de hormigón visto de tablas, madera de peteribí y travertino Lawrence. En vista de un cliente atípico para este proyecto, dedicado a la gastronomía, amante del vino y con fuertes valores simbólicos, estimuló la comisión de obras de arte que enaltezcan dichos símbolos, vinculados al vino y el arte, para verlos representados a través del proyecto.
El artista Leo Battistelli fue el encargado para desarrollar dichas obras. Se trabajó en tres espacios específicos de la casa: la mesa del centro de la cava, con un objeto lumínico que simboliza el corazón de la uva, el centro de la mesa del comedor una obra llamada “Neptuno” ilumina el centro de la mesa, y en el jardín obras de la serie “Luminosos” llamadas “Venus”, “Hexa” y “Pluto”.

Fotos: Javier Agustin Rojas